Desde 2001 las enfermedades de transmisión sexual como la sífilis, la clamidia o la gonorrea no han dejado de crecer y con ellas la aparición de enfermedades pélvicas inflamatorias crónicas difíciles de erradicar. Así lo constata el informe de vigilancia epidemiológica de las ITS publicado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica y el Instituto de Salud Carlos III.

Según el estudio, este aumento de las transmisiones, se ha podido observar más en los colectivos de jóvenes entre los 20 y 35 años, especialmente en hombres, aunque los datos tienen pequeñas variaciones según el tipo de infección. Cabe destacar que, aunque la mayoría se producen por la en zona genital, también se pueden contraer con sexo anal y oral.

Al margen de las molestias habituales, no detectar una infección sexual a tiempo, provoca a su vez una EPS, enfermedad pélvica inflamatoria que afecta directamente a los órganos reproductores. Más de un millón de personas al año sufren EPIs y en el caso de las mujeres provocan daños irreparables como infertilidad y dolor crónico agudo.

Hay diversos motivos por los que se ha podido producir este aumento, entre los que se encuentra, un menor uso del preservativo, hasta ahora el medio más eficaz para evitar los contagios de venéreas. Y su falta de uso se debe principalmente al descenso de los contagios de VIH y, con una menor sensibilización y miedo a esta enfermedad. También influye la sofisticación de otros métodos anticonceptivos, como la inyección anticonceptiva o el DIU.

Síntomas

Hay mujeres que no sufren de ningún síntoma en los primeros momentos de la EPI, pero entre los habituales se encuentran: el dolor en la parte baja del abdomen y la pelvis; molestias durante las relaciones sexuales y al orinar; estreñimiento; sangrado anormal durante los ciclos menstruales y malestar general. 

Sufrir estas dolencias no solo significa que tienes la enfermedad pélvica inflamatoria, sino que puedes estar infectada por una ITS. En esta situación se aconseja no mantener relaciones sexuales (ni con protección) y acudir cuanto antes al médico. 

Además de estos síntomas, existen otros mucho más graves que indican que la EPI esta avanzada y son: dolor intenso en la parte inferior del abdomen y la pelvis, excesivo flujo vaginal maloliente, vómitos y fiebre mayor a 38,3 °C. 

Tratamiento 

El tratamiento consiste en una combinación de antibióticos y medidas terapéuticas generales como reposo, hidratación y abstinencia de relaciones sexuales. Y, es grave, se adoptarán otras medidas como suministrar los antibióticos por vía venosa, hospitalización, drenado de abscesos e incluso cirugía.

Generalmente, el tratamiento elimina la infección origen de la enfermedad inflamatoria pélvica, pero no revierte los daños que haya provocado en el tracto reproductivo y hay un riesgo de hasta un 25% de que se desarrolle más adelante.

Así que no quites importancia a los síntomas y acude a un especialista.

Fuentes: GCI. Salud Pélvica Euskalduna